CHUNG KUO - Amílcar Romero
Chung es país y Kuo centro. País del Centro o Central. Este fue el buzón que le vendieron los jesuitas a la dinastía de turno. Y lo compraron, aparentemente sin mucha modestia. El mundo era plano y China estaba justo en el centro del planisferio. Al rectángulo le atravesaron un palito y de allí surgió el ideograma. Nadie estaba en condiciones de imaginar que tanta sencillez iba a resultar premonitoria. Poemas, ilustraciones, videos con música electrónica, palabras sonoras: multimedia.
4 sept 2010
Xiju
El agua de un lago
es en realidad la de siete,
divididos, contenidos.
Contra la orilla sur de la isla grande,
tres pilones de piedra
marcan los pasos
donde se refleja la luna.
El antiguo golfo cerró sus fauces
y los nombres de dos poetas
señalan las principales líneas divisorias.
Los Tigres Imperiales resucitan después de las tempestades.
LECTURA DEL POEMA
Parque Juakong
Flores pequeñas. Arboles achaparrados.
Estanques abrumados por peces de tres colores.
Los soplos suaves que bajan de las montañas
tejen comentarios en las colmenas de lotos.
Sobre bancos, barandas de puentes
y ramas bajas,
los chinos se inmolan
en el blanco reposo de los gatos.
Arriba, los perfuma la masa celeste
de un cielo tenue.
LECTURA DEL POEMA
Recuerdo de las artesanías de Suchow
Las bordadoras entrecruzan
hilos de seda de dos mil colores.
Paren pececitos de siete colas,
gatos maulas que juguetean con míseros saltamontes,
ríos y colinas,
comunas y brigadas,
un retrato de Lu Shun,
el gigantesco puente sobre el Yantsé.
Meses para la exactitud de la tersura.
Semanas para los matices que alcanza un rostro.
Los días van del anverso al reverso,
atravesados por el ojo de un aguja
por cuyas venas corren
dos mil colores de seda.
A orillas del Xiju
Sentado sobre el dique Su Tung Po,
entre alcanfores y una quietud exacta,
sopeso lo fútil de mis cercanías,
esa dimensión del tiempo donde se condensan los instantes.
(No deja de ser extraño, me digo,
que el célebre nombre de un antiguo poeta imperial
nomine a un terraplén de tierra arbolada,
vertebrado por dos puentes de piedra agreste.)
¿Cuántas tribulaciones me caben
en los dedos de una mano?
Cuento y repaso.
El agua se mece levemente
como si alguien zarandeara el planeta
al transportarlo en un cuidadoso acarreo.
Frágiles, los festones orilleros del agua cloquean
entre la debilidad del borde de pasto y resaca de humus,
carcomiéndolo, tornando exigua la demarcación
de su geografía.
Un par de sampanes cruza la espalda gelatinosa
del lago. Más atrás, entre sauces llorones
que chorrean apesadumbrados sus cabezas,
los niños permanecen atentos en la tarea
de ensartar grisáceos camarones de largas y transparentes antenas.
¿Dónde está mi sangre? ¿Y mis recuerdos?
No tengo hora. Esta ya carece de importancia.
Los enamorados se tocan apenas los hombros,
se rozan allí insinuando los abismos de la piel encastrada,
y miran fijo hacia donde se recorta la ciudad
y el agua teje su lento círculo.
En algún momento de este día,
mediados de un setiembre otoñal,
tendrá que sobrevenir la noche.
El lago se sumergirá con un perentorio olvido.
Un nuevo amanecer, jamás repetido, lo rescatará
con una inclemencia de naranjas.
Su agua será un fango brillante y aterciopelado.
Los peces saltarines no lograrán nunca quebrarlo.
La perfección de la armonía bosteza
en los ojos de una muerte apareada a la caída del sol.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)