Molicie en las Casas de Té
Comunistas de la nueva hornada
repiten con la tenacidad ambigua
que les permite la altiplanicie
de su idioma que sobre todo los viejos
concurren a sentarse y amarillear
sus barbas al sol
en las Casas de Té que en Janchow
florecen más que el loto.
Para esos viejos el tiempo está aferrado
a la tierra y la herramienta;
al arma y al estómago todavía
no empalagado de ochocientos millones
que se reproducen.
Hay otros que entrelazan líneas imaginarias
en la palma de la mano, trazando
los enrevesados caracteres de la vieja
escritura, o destejen de la historia
las circunflexiones de alguna anacleta
que ha adquirido una nueva faz ideológica,
o desentierran un verso del tiesto del tiempo
y lo contemplan como el iris de un cristal.
Los kampús* barajan cifras, citas,
referencias a la cultura ida sacralizadas
por el Partido, pero no por eso
parecen menos afectos a los números
y el suapán**.
El viejo de barba como jugo de tabaco,
que bebe su té de Lonyín de quince fenes,
tiene un rostro como los budas
tatuados en la piedra y su urgencia
no es la del tiempo vacío que se les avecina.
* Kampú es la palabra con que se designaba al miembro del Partido que además cobraba un sueldo por ser funcionario del Estado.
** Suapán es el nombre del ábaco chino usado tradicionalmente para todo tipo de cálculos, cuyo manejo se enseña en las escuelas junto con la lectoescritura y que algunos llegan a manejar con una velocidad digna de una calculadora electrónica. Antes del impacto tecnológico, era la máquina de calcular usada en todos los negocios.
LECTURA DEL POEMA